QUERIDO PAPÁ,
Gracias por tu trabajo, por tu esfuerzo constante para darme lo mejor.
Gracias por tus abrazos infinitos, por jugar conmigo aún cuando estabas cansado y crear, imaginar y soñar conmigo.
Gracias por hacerme reír, por secarme mis lágrimas cuando yo creía que el mundo se acababa.
Por quedarte conmigo cuando tenía miedo y por seguir sosteniendo mi mano todavía cuando la vida a veces me asusta.
Gracias por quererme cómo lo haces, con todo el corazón.
Gracias por tanto, papá.